Qué manerita de comenzar el año.
He pasado un susto de tamañas proporciones, tal indeseable estado se debe únicamente a que estuve a punto de perecer bajo las inclementes aguas del mar. Debo confesar que no hubo intentos de reanimación, ni la presencia de un salvavidas ni nada por el estilo, solo fue una traumática situación que pudo esquivarse gracias a mi estoica actitud de supervivencia… y no es por tirarme flores, pero es que lo que experimenté fue una vil lucha de calambres, frío y brazeos.
Mi horóscopo del 31 decía algo así como: “busque en su interior la fuerza necesaria para no dejarse abatir…”, la verdad es que no le tomé el peso y ni siquiera intenté entenderlo, sólo fue una pequeña respuestita que me lanzó alguien por ahí con anticipación. Y eso fue, solo eso.
Me había despertado todo lleno de picaduras de zancudos y con la maldita disposición de llegar nadando hasta esas musgosas boyas, me había propuesto solo llegar. Virtualmente según yo… ¡ pero así no se nada! Así no se logran metas con tu cuerpo…no, no lo eres, no eres un robot… el cuerpo te pasa la cuenta…y el frío también.
Como caballo de carrera me lancé a esas heladas aguas del pacífico con las simpáticas influencias de la corriente de humboldt. Me zambullí solo. No quise que nadie me acompañara. Me devolví un par de veces como arrepintiéndome, sin embargo unos minutos después mis piernas y brazos se movían al unísono… nadé con gusto esos metros…veía que mi familia se alejaba, veía que nadie estaba en la boyas, sentía que mi cuerpo estaba algo torpe.
Sí mierda, el agua estaba completamente fría… llegué a las imponderables pelotitas de límite que flotan llenas de algas y me quise devolver inmediatamente… no quería quedarme ahí, porque además me encontraba sin compañía, ningún rostro que me insitara a mantenerme tranquilo.
No podía mover mis brazos por sobre mi cabeza, noté que algo no andaba bien, nadaba de espalda en ese momento, no podía hacer nada más, estaba literalmente tullido. No se asomó ningún túnel, pero de verás sentí que era un castigo por todas las embarradas que me había mandado en el año…sentía que no me la podía, que no iba llegar, porque me estaba acercando demasiado lento a la orilla y solo pataleaba. Me tragué un sofocante mate, hubo desesperación…pero ya llegaba, llegaba. El Sr. Estoico me tenía batallando.
Salí de esas saladas aguas con mi cuerpo resquebrajado. Me senté y tirité. El frío me envolvía con su manto traicionero, me cuentan que tengo mis uñas algo moradas… estaba más del lado oscuro de lo que mi cabeza pueda recordar, un frío azotaba mis órganos, no tengo diagnóstico médico pero debió haber sido principio de hipotermia. Mi prima se dio cuenta y me abrigó con toallas, me puse la polera, me dieron una frazada... me hablaban y no recuerdo haber respondido, tenía intenciones de desmayarme, pero simplemente no quise… no estaba solo, había gente alrededor mío preocupada y no quería arruinarles más el primer día del año, fue eso.
Podría explicarles con detalles mi impresión al respecto sobre lo que pienso y lo que le dije a una prima, voy a hacerlo en resumidas cuentas. Siento fuertemente mi vocación de artista desde hace 3 años. El “contra”, el único que he hallado con preocupación ha aparecido extrañamente en mi cabeza…intenten entenderlo. Mi profe de filosofía en su fundamento antropológico tenía como premisa la palabra “la cabeza no está de adorno”, y yo por tanto le hice honor y pensé durante largo tiempo alrededor suya. Lo que más me gusta hacer es pintar, es para lo que siento que fui llamado a hacer en este mundo… pero carajo, de repente me siento como un robot haciendo lo que hago. Tengo que preocuparme solo de que mis pinceles y mi brazo derecho estén en condiciones para hacerlo. Mi imaginación es la única que las subordina. Siento que de repente siendo solo un artista a secas mi cerebro se va atrofiar. Quiero imitar paisajes lo más cercano a la realidad, si lo logro hay movimiento en mi cabecita, si es que logro explotar mi imaginación, no mi creatividad. Ahí quedaría nulo mi planteamiento…pero es solo una sensación que de pronto se apodera de mi psiquis… me siento tal robot mecanizado cientos de veces, como cuando hace días atrás planchaba una polera sabiendo de que no había luz en esos momentos en mi casa, o como cuando me propuse nadar sin tomar en cuenta los factores como las condiciones físicas o la temperatura del agua, que de pasadita se caló en mi piel. Es solo una idea, no me inflen si quieren.