Me dejo pedalear
¡ qué agradable es sacarte a pasear !
a la velocidad del viento
por una pendiente sin cambios
así mismo fluyo yo.



El manubrio es suave
pero hay piedras molestosas que esquivar
soy una veloz bici que lustró sus ruedas
esa que maneja con tu ayuda.



Me dejo engañar
me quedo en el olvido
me oxido
me desinflo.



Mi cadena sigue ahí
enciende la máquina
prende mi engranaje interior
que quiero seguir corriendo a pedales.


...Inflame...









Mira mis manos
de puño honesto y desafiante,
de frío por entre sus venas
a calma excesiva...
transtornada ¿alucinada?
entusiasmada con mis
ganas -intentos- de crear.











Jovencito sutil y tímido. Te dejaste menospreciar, llevar y acariciar. De tus miedos ni hablar, de tus desapercibimientoste percibí. Debajo de tus dolores ahí estás. De común y corriente ni un centímetro, iluminas todo y lo dejas inusualmente original. Al detenerme en tus sutilezas comprendo que hay razones, disfrazar y mentir, de sobra. Alumbraste lo que te interesaba y ahora me quedo en penumbras.




Se acerca una montaña, me han dicho que tardé demasiado en llegar a ella. Así que ineludiblemente viene hacia mí.

Había abandonado mis ganas de batallar el ¿por qué pelear? y el ¿por qué levantarme todos los días?

Las ganas de sobrevivir en esta urbe que todo lo exige y clasifica, me hastié de pensar en el futuro, en la plata y en el orgullo familiar. Lo único que importa es que la montaña que se acerca no me elimine definitivamente del mapa.

Planeé gran parte de mi adolescencia en cómo cruzar las pendientes, qué riesgos y beneficios traería. En estos momentos interesa solamente si es que la montaña me soportará.

Mi vida la imaginé de otro modo, mi vida no surgiría a la fuerza, mis fuerzas surgirían de otro modo. Supuestamente crecería tan alto como el monte que se me aproxima, inevitablemente al no hacer nada sabía que esto sucedería.

Se acerca la montaña y yo estoy en medio de un valle. Puedo ver quebradas y ríos, pero me es imposible beber agua de allí, saciar mi sed sería darme un lujo insensato.


- “No eres más que un pobre risco.”

- “Soy un risco joven. Pequeño y sin trabajo que recuerde.”

- “Pensé que serías más grande, mi interior decía algo distinto. Pero es verdad, me dejé engañar, en el fondo sabía que eras así.”

- “He llegado solamente, pero tú ya me conoces.”

- “Algo sé, no creo que sea necesario conocerte del todo.”

- “Sientes que me conoces pero percibes que cada gesto mío es nuevo y revelador. No me mostraré por completo, algo habrá que dejar a la imaginación. ”

- “Vamos, tu vocación no espera. El mundo real está listo y debe saber que ya me has visto.”


Fue cuando agarré mi mochila y planté mi primera pisada de inexperto alpinista en la montaña de mi esencia, mi vocación nacía allí mismo... a los pies del risco.