¿Adónde se me fue el sentido del orden?

¿Adónde Ha Ido La Gente ?

Nosotros los “seres” posmodernistas vemos a nuestro cuerpo como una mercancía, un objeto que debe ser digno de admiración, detestamos nuestros cuerpo cuando prendemos la tele y observamos las trabajadas figuras de los modelos, porque pensamos que esa es la manera de ofrecernos al resto.

No me parece mal que alguien se preocupe de su cuerpo, pero me llama fuertemente la atención que hayan muy pocos ejemplos de personas que además de haber cultivado su cuerpo se hayan enriquecido de cultura, conocimiento y por qué no decirlo también, de empatía y meditación. Creo que la clave está en el equilibro de la mente y el alma, pero muy pocos hacen de estas pautas su forma de vida, se conocen se aprueban pero estamos tan inmersos en la competencia de la apariencia y en ser aceptados que no nos queda tiempo para el resto. El tiempo nos juega en contra en todo y no nos queda otra cosa que calcular y desechar lo que no nos sirve.

Decía Fromm en “el arte de amar”, que la única manera de superar el problema de la separatividad una persona debía (o podría) enamorarse, entregarse a otro y de esta forma querer a todo el resto, que el amor es un arte porque se entrega a otro sin esperar nada a cambio, que el amor se cuida y no se desecha, que la sociedad está en caos porque todos creemos ser una mercancía esperando a otra para que logremos intercambiarnos superficialidades. Y en vista de esto, creo que la materialidad nos ha calado irremediablemente. Somos engendros de este sistema y primero que todo, debemos aceptarlo. Debemos balancear todo lo que esté a nuestro alcance. Sería ideal ir a un “Off Side Gym” en donde te dicten clases de cómo soportar a las personas caprichosas de este sistema y que luego hagas 100 abdominales, que hayan horarios de historia para poder entender lo que nos ocurre, sociología, psicología, psicoanálisis, yoga, nada muy distinto a lo que hacían algunos griegos, pero aún así, seguiríamos siendo los cuerpos alienados/transmutados que somos en la cotidianidad.

Para amar a alguien, siento yo, no hay que conocerlo necesariamente por entero. Creo que para tratar de “agarrarle” cariño a esta sociedad nos hace falta “saber nada”. La publicidad nos juega chueco, nuestra mente ve cosas que no debería ver, decimos que queremos un coca-cola de forma programada ¿entonces?
¿Tenemos que seguir descubriendo ése veste que nos separa de las personas?
¿Podemos intentar agarrarle cariño a otro tipo de cuerpo humano?
Sigo insistiendo, un cuerpo hermoso es uno que está equilibrado, que sabe ponerse en el lugar de otro y que pueda trepar árboles como lo hacía un australopitecus, que se note la evolución, que haya belleza en el actuar.