Tengo la sensación de que en mis sueños convivo desde hace tiempo con una mujer de mi misma edad. Tiene mucho pelo y está rodeada con miles de colores.

La primera palabra que se me vino a la mente para poder verbalizar a la joven que me visita fue “Ninfa”. Es interesante revisar que a estos seres de la mitología griega se les relaciona con belleza, fecundidad, pasión por la música, la danza y el sexo. Divertido, porque percibo que esas cosas son las que precisamente me quiere entregar.

Me engatusa y yo me embauco en su delicada mano y sonrisa. Está consciente de que tenemos pocas horas para disfrutar de su pasión y de la mía, de repente siento que se aprovecha de mi buena voluntad. Gozo con su hermosura y liviandad, con su cabello me enredo en siestas alucinantemente placenteras.

Ha sido mi amante por no sé cuánto tiempo, pero sospecho que de hace mucho. Ha sido muy hábil en tratar de que no la recuerde y necesite.

El otro día por primera vez la sorprendí al darme cuenta de que estaba siendo seducido, me devolví del sueño y desperté. Ella a lo mejor no tuvo tiempo para borrarme su recuerdo y aquí estoy, confesando algo poco creíble pero que fue real… para mí.


PD: aún recuerdo su rostro.


PD2: Esto no era cuento.





Este es el boceto de un proyecto inconcluso de un grupo de extraterrestres que me encontré el otro día en mi entretecho. Andaban en busca de papelucho y les dije que era yo (con tal de que me soltaran alguna papita). Y aquí estamos.

Resulta que hallaron más que fascinante la presencia de algo en el planeta tierra llamado “mujer”. Yo les dije que la mujer no era una cosa, aunque les confesé de la existencia de algunas con la pura cualidad de objeto.

“ ¿Y piensan igual que los hombres? ”- me preguntaban insistentemente.

“ Realmente no lo sé ”- repetía.

Con ese tipo de preguntas me hacían doler la cabeza porque la verdad es que no sabría qué decir al respecto y así me llevé toda la tarde. Intuía algo sospechoso de estos cabezones, hasta que al final me la soltaron; querían fabricar una mujer (así como en el video de Aerosmith). Pero no cualquiera sino una mujer de tomo y lomo, una chilena.

Les aclaré que hacer una mujer no es cosa simple (ya me los quería ver cuando la susodicha tomara vida y amaneciera en “esos” días). Les explicaba también que convivir con ellas ya es un show y llegar a entenderlas por completo es un desafío épico. Les pregunté si es que era efectivo de que ellos se reproducían por medio del contacto de sus dedos índices, pero no me quisieron revelar el método que utilizaban (de ser así el niñito de ET estaría lleno de cabros chicos). Ellos por su parte quedaron bastante entusiasmados con nuestras prácticas amatorias.


Maravillados los lejanos visitantes emprendieron su viaje de regreso a casa, inspirados con la nueva joyita que concebirían.

Ansiosamente esperaba el día en que llegara la nave a mi casa y me presentaran la nueva marca de mujer. La espera se me hacía eterna, hasta que ayer en la noche recibí un correo electrónico de mis amigos espaciales en donde me detallan su complicada situación. El mail decía:


Amigazo Bíri Bíri:

Nos ha sido imposible crear a esta mierda de mujer (papelucho era garabatero y él les enseñó a hablar). Desde que visitamos tu ruca hemos sido carcomidos por la alucinante idea de hacer una mujer que nos acompañe y nos entretenga. Hemos sido capaces de lograr grandes cosas, como inventar en nuestros planetas un sistema de transporte que funcione, hemos aplicado todo nuestro conocimiento y razón en este proyecto, intentamos incluso resucitar a Einsten, pero nada ha resultado. Creemos que eres el responsable de nuestra más grande frustración y no te perdonaremos nunca cabro gil el que no nos hayas advertido de una cosa; de que las mujeres tienen hijos y, en consecuencia ¿nos es necesario quererlos y demostrarles cariño?

¿Qué es ser un buen padre?

¿Qué es ser un buen hijo?

Nada de esto nos calza, hemos sido incapaces de comprender dichos conceptos. Te enviamos un borrador para que nos puedas ayudar en algo y nos expliques, entre otras cosas, ¿cuál es la utilidad de tener un hijo?




Nos vemos en unos años luz más.





Una vida resuelta


A Mathilda le sonreía la vida. Este era el momento en el que al levantarse olía su aliento y hasta aquello le parecía sublime. Desde asear su cuerpo con sutileza hasta saludar a su padre que no quería. Porque quería levantarse con el pie derecho cada día e ignorar el flagelo del frío por las madrugadas. Colocarse dos calcetines la hacían sentir que obedecía a aquella madre que algún día quiso tener. Con abrigo y bufanda; protegida e inmóvil salía. Desde la última cuadra hasta llegar al bus caminaba por sobre cualquier cosa a excepción del pavimento, le era divertido caminar rapidito y por encima del pasto o interrumpiendo entradas de casas.

Dentro del bus percibía miradas y palabras ociosas, lo que la hacía rechazar en ese instante a las personas. Desde la ventanilla apreciaba las malogradas calles de la ciudad y sus detalles. Superflua ciudad en momentos de compañía, allí deseaba encender un cigarrillo y hacer fluir la conversación, atendiendo y escuchando problemas ajenos. Narraciones falsas o exageradas la aguardaban, ahí junto al resto de los oyentes del autobús.

Mathilda casi nunca viajaba sola, le parecía suficiente presencia la de sus compañeros en el trabajo, por lo que aspiraba a estar tranquila de vuelta a casa, sin loros parlantes al lado. Pues a ellos no les era suficiente, querían sumergirla un resto más en sus líos.

Al entrar a su trabajo volvía a lo que todos los días la agobiaba, el lugar. Aunque pasara un año sin trabajar y volviera repentinamente al mismo galpón, las amarguras que tan arraigadas llevaba consigo se le repetían y le parecía que en cualquier pared se dibujaban flashes de aquello. Pero tenía intenciones de que eso no la abrumara.

La joven hacía de su vida un cuento, con el mismo mediocre final todos los días. Sin embargo se hallaba en paz y con eso bastaba.

Ya no sufría por la madre que nunca tuvo ni por el padre que le dejó de demostrar cuanto, si es que, la quería. Vivían juntos y no se tomaban en cuenta. Mathilda trabajaba y la vida le sonreía. Nunca tuvo amiga alguna ni novio que le regalara flores. Jamás envidió a nadie, pero deseaba haber nacido en otro lugar. Ahora que no se alimentaba estimaba de manera sutil su anatomía, cuando era niña despreciaba al espejo que le mostrara su abultado cuerpo.

Trabajaba haciendo ramos de calas. Aunque las apreciara muertas e iluminadas por luz artificial, amaba cada día más sus pliegues y su cáliz con tinte celestial que alumbraban sus ojos de niña encantada, recibiendo la vasija de dulzura que esas flores le otorgaban involuntariamente. Pues así se hallaba Mathilda en cada ocaso, embobada por pistilos amarillos que le enseñaban el sueño encausado por las blancas calas. Imaginando el día en que fuera escoltada por alguna de ellas, caminando al altar.



- Me engañaste con una pérfida mal nacido
- ¡Y yo que te lo he entregado todo!
- Y tú no me das nada a cambio
- ¿Con esto me pagas?
- Te quedarás sólo como un perro
(cierre de puerta)


“El infierno está aquí con nosotros”
Bienvenido al mundo en donde
todos se pudren por igual.
Nadie paga a largo plazo…


¿pagar?

Las cuentas se pagan
Las cosas se compran
El mercado
La bolsa
La inflación
La cesantía




“Amor es dar”